Por la belleza: el siempre en el jamás

Hay quien le pone cotas al placer, y se dedica a hundirse en la arena como si de ello fuera a sacar algo más que una triste sensación de miseria. Reduzcamos la vida a hundir las piernas en el fango y nos acostumbraremos a inmovilizar lo que somos, persiguiendo aquello que se agita alrededor y nos da una cierta sensación de movimiento. Pero ¿qué es el movimiento sino pasión? ¿Recordaremos acaso las noches de los Reyes Magos por estar tranquilos y sosegados en la cama, o por el contrario seguimos contando con entusiasmo el nerviosismo que nos impedía dormir?
Soy mujer y como tal estoy cargada de emociones. Estoy viva, como ser humano que respira gracias a un cuerpo al que a veces ni siquiera le presto atención. Me niego rotundamente a mantenerme en el silencio, a sostener todas las etiquetas claveteadas desde niña como si fueran la cara oculta, necesaria, del amor, principalmente del amor por mí misma.
Soy mujer y a veces me duele el doble, pero es que además soy poeta y entonces ya lo que para otras personas son ligeros roces a mí me sacuden como un tsunami o un terremoto. ¿Cuántas veces me he dicho "te quiero" ante el espejo? ¿Cuántas mujeres, cuántos hombres, son capaces de hacerlo como en el fragmento de la película de Godard?
Esos cuerpos destrozados, esas vidas reducidas a lo mínimo por el misterioso efecto de la reproducción de modelos en cadena, esos artefactos mentales y juicios precipitados con los que las mujeres hemos construído nuestras mentes y por tanto nuestras diferentes formas de percibir la realidad, siguen impidiendo que percibamos la belleza, que sepamos y valoremos lo que somos, que seamos capaces de plantarnos delante del espejo y de la forma que sea podamos ser capaces de decir: "Te quiero" y a continuación nuestro nombre, ese del que tantas veces también renegamos, cuando lo acompañan las etiquetas y los valores de quienes se creen que con ello nos ayudan.
Yo desde hoy no voy a dejar jamás que me convenzan para quedarme en el fango. Recupero la alegría perdida de la niña, y los sueños locos de la adolescencia, las utopías de los veinte y los planes postergados de los treinta. Y con ese bagaje, con esa maleta, que nunca perdí del todo, me aventuro por fin en la vida, esa que he amado intensamente desde niña y a la que durante tanto tiempo he tenido abandonada.
Y a todas las mujeres que me lean, en especial a mis amigas, mis hermanas y sobrinas, mis compañeras de mucha y todas aquellas que me leen, les dedico estas líneas para que piensen y sientan rabia, dolor, ira... Para que lloren como siempre hemos llorado aunque sea a escondidas, por una película superficial, por una flor descubierta en mitad de lo más sórdido, por la sonrisa de un bebé o la alegría de un cachorro: por todas esas pequeñas cosas por las que nos emocionamos y por todas esas veces en las que nos hemos reprimido.
"Pensando en eso esta noche, con el corazón y el estómago hechos papilla, me digo que a fin de cuentas quizá sea eso la vida: mucha desesperación pero también algunos momentos de belleza donde el tiempo ya no es igual. Es como si las notas musicales hicieran una suerte de paréntesis en el tiempo, una suspensión, otro lugar aquí mismo, un siempre en el jamás.
Sí, eso es, un siempre en el jamás. (...) Pues, por usted, a partir de ahora buscaré los siempre en los jamases.
La belleza en este mundo".

Les dejo adivinar a qué libro pertenece este fragmento.

Comentarios

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  2. Te echábamos de menos. Bienvenida de vuelta. ¡Qué alegría! Besitos de esos que emocionan tanto y todo lo que les dé la gana, lo que te dé la gana. ;)

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  3. Me encantan "los siempres en los jamases". Espero leer más cosas en el blog! Besos muchos..........

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