A Juan Gelman

Me estremezco de nuevo, como si no fuera forma enraizada ya en mí, ante la muerte de Gelman. Un poeta siempre es necesario, imprescindible: ser poeta no es solo una manera de estar solo y Gelman llevó la poesía más allá de la palabra. Si decía pan, ahí estaba; si decía agua, no solo la bebía... Y como no solo de la palabra vive el ser, se estremecía ante el otro como cualquiera debería estremecerse: con humildad y alegría. Por eso sus penas no fueron solo suyas, a pesar de que el dolor le tocase cerca... Él sabía que el dolor en algún momento siempre está cerca. Por eso no huyó cuando pudo hacerlo y le hizo frente a los deudores del corazón humano, incapaces de sobreponerse a su rancia avaricia, para preguntar por sus familiares desaparecidos y que ellos mismos delataran su falta de inocencia. Cuánta falta nos haces, Gelman. Hasta siempre seguirás pidiendo pan y tu palabra estará ahí para erguirse.

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